Inglaterra

Viajar a Inglaterra y alejarse del calor español

Estos días son insoportables. El calor que está abrasando en España nos obliga a andar por la sombra, colocarnos bajo el aire acondicionado (luego vienen los dolores de garganta) y salvo en caso necesario, no salimos a la calle.

En cambio, si una tiene la suerte de cogerse unos días de vacaciones y dirigirse al norte, más allá de las fronteras españolas, puede disfrutar de un tiempo súper agradable, como el que nos recibió en Inglaterra.

Cinco días para visitar cuatro ciudades. En compañía de mi pareja y de su familia, aterrizamos el primer día en Bristol. Bristol es de esas ciudades semi conocidas que sorprenden por su ambiente cultural, callejero (el famoso graffitero Banski es de allí) y por su entorno verde, cercano al mar. Allí viven mi cuñado y su novia y era el centro neurálgico de nuestra estancia en la isla británica.

Inglaterra

Universidad de Bristol

Al día siguiente, a tan solo 10 minutos de Bristol, fuimos a Bath SPA, declarada Patrimonio de la Humanidad, por la UNESCO. Este pequeño village es famoso por sus baños romanos conservados prácticamente en su totalidad, para deleite de los turistas. El pueblo entero está construido con la misma piedra gris y cuando una puede observarlo desde la colina, el valle es una belleza de armonía envuelta en parques verdes, que se llenan de gente, los escasos días de sol. Es una desconocida para aquellos que solo piensan en Londres y demás ciudades grandes cuando visitan Inglaterra. Así que toma nota, porque además allí, podrás encontrarte con El Olé Tapas, un bar español (con esencia granadina) que tan sólo lleva un año funcionando pero ya cuenta con un buen posicionamiento en Trip Advisor. Las tapas se pagan «of course» pero merece la pena entre tanta patata frita y pescado rebozado (de lo poco típico en la gastronomía del Reino Unido).

Pultney Bridge, en Bath SPA

Pultney Bridge, en Bath SPA

Tras volver a Bristol y pensar que íbamos a estar allí un par de días ¡sorpresa! nos hablaron de Glastonbury. Esta pequeña ciudad mágica es famosa por su Festival de música originario de los años 70 y de la movida «hippie». Decidimos coger un autobús desde Bristol (2 libras con 50 cada uno, ida y vuelta) y tan sólo a una hora de nuestro origen. La visita mereció la pena pues según cuenta la leyenda en Glastonbury fue el único lugar de toda Ingaleterra donde las brujas no fueron quemadas. Como imaginarás, dicen que algunos de los habitantes descienden de ellas…

Aunque lo que más me gustó, he de reconocer, fueron las ruinas de la catedral, que tras un incendió en el siglo XVI, quedaron así. Allí según rezan varios carteles, se encontraron los restos del Rey Arturo y la Reina Ginebra.

Sin duda, Glastonbury es un lugar para recomendar y adonde volvería sin pensarlo, para pasear de nuevo sus calles llenas de brujería, duendes y extraña energía.

Ruinas de la Catedral de Glastonbury

Ruinas de la Catedral de Glastonbury

La última de las paradas, la que sabíamos que más cara nos saldría fue Londres. Todo el mundo conoce o ha oído hablar sobre la capital británica, tan grande, tan cosmopolita, tan moderna y antigua al mismo tiempo, tan rompedora e innovadora, tan llena de vida. Ninguno de mis acompañantes la había visitado nunca así que me tocó hacer de guía. Con un mapa de Londres en una mano y el mapa del metro, en la otra, conseguí no perderme y llevarlos (con la lengua fuera) a los siguientes lugares:

Palacio de Buckingham, Parlamento Británico (donde se sitúa la torre del BIG BENG) crucero por el río Támesis hasta el Puente de Londres (el famoso que se levanta si un barco enorme quiere atraversarlo), Trafalgar Square, Candem Town y Notting Hill. Luego de vuelta a Paddinton Station que nos tocaba regresar a Bristol.

De Londres siempre me quedará el fantástico, asombroso y personalísimo barrio de Candem Town. Sus tiendas, sus gentes, sus ropas, sus escaparates, sus fachadas y su marcha. En las casi 2 horas que pasamos allí, al menos nos dio tiempo a tomarnos una buena pinta, a entrar en el Cyberdog (una tienda única con camisetas y ropa electrónica) y por supuesto las antiguas cuadras de caballos de la Edad Media, hoy reconvertidos en modernas tiendas.

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Candem Town (Londres)

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